Por: Paola Quintana Tomás.
Cuando escuché que el libro que iba a leer tenía que ver con guerra y velas, de inmediato mi imaginación recreó escenarios de peleas, sangre, pobreza y soledad. Por un momento pensé que sería una experiencia única y que amaría la lectura de principio a fin. Pero la realidad terminaría siendo distinta. Una vez más enfrentaba una decepción, un embuste, una estafa, aunque esta vez no eran temas personales. Al finalizar mi tormentosa lectura creí estar preparada para escribir un libro titulado: cómo afrontar una decepción literaria y no morir en el intento.
Guerra a la luz de las velas, escrita por Daniel Alarcón, fue publicado originalmente en inglés por la Editorial Harper Collins en el año 2005. Ya en el 2006, fue traducido al español por Jorge Cornejo y presentado como una obra de cuentos reunidos bajo un mismo tema: la época de miedo en el Perú causada por el terrorismo.
Daniel Alarcón con esta obra brinda la oportunidad de indagar en espacios urbanos que han sido azotados por fenómenos culturales como el terrorismo y la violencia. A su vez, relata historias ligadas a la muerte y a la soledad. Sus personajes tienen conflictos internos y por ende se ven empujados a manifestarlos. Anhelan un mundo perfecto y aunque se esfuercen por lograr sus objetivos, nunca quedan conformes con lo vivido.
Ahora definamos qué es un cuento. Una historia que dice mucho aunque sea pequeña, que es fácil de leer y que resulta conmovedora, ya que casi siempre tiene un final feliz. Pero qué pasa cuando te topas con historias que no dicen mucho, con un estilo que causa dolor de cabeza y con finales inconclusos, he ahí donde la reputación de los cuentos está en juego y es justamente donde flaquea Alarcón. Un fino caso donde se nos intenta vender gato por liebre.
Aunque la obra presente una estructura propia de un libro de cuentos, este género no se ve plasmado en los contenidos. Es como decir que la forma es correcta pero el fondo no tanto. Sus historias visten confusas y larguiruchas. No hablo sobre la cantidad de páginas si no apunto a la extensión del tiempo en el que ocurren. Estas en el presente y viajas al pasado, al futuro, y nuevamente vuelves al presente en un mismo párrafo. No hay diferencia entre lo que pasa, pasó o pasará. Reconocemos que el flashback esta presente en los relatos a su máxima potencia. A mi parecer se trata de un exceso de artimañas literarias usadas para sorprender al lector.
Estar relacionado con dos culturas es una ventaja pues permite tener una noción clara de la realidad desde distintos ángulos. Alarcón no desperdició la oportunidad que la vida y sus padres le dieron: nacer en Perú, crecer en Estados Unidos y retornar al país que lo vio nacer acompañado de un proyecto que alumbraba mucho más que la luz de una vela.
Guerra a la luz de las velas es un libro de cuentos recopilados de historias de la realidad peruana y norteamericana |
El autor detalla con cierta frialdad parte de la realidad peruana, pero en el desarrollo de su obra demuestra su escaso contacto con la misma. Cuando se pretende contar algo que no se ha experimentado hay que tener cuidado de no terminar contando lo que se cree que pudo pasar o lo que se quiso que hubiera pasado.
Alarcón pasó mucho tiempo en San Juan de Lurigancho impregnándose de leyendas urbanas y mitos de aquel entonces en donde el terrorismo sembraba el pánico a diario. Pero el tiempo y las historias no fueron suficientes. En su obra, la realidad se mezcla de manera salvaje con la fantasía.
Escribir sobre hechos reales requiere de años de búsqueda de información. Mario Vargas Llosa es un claro ejemplo de lo que implica una obra pues escribir su último libro “El sueño del Celta” le costó cerca de 4 años de investigación en distintos países del mundo. A Daniel Alarcón aún le falta tomar muchos platos de sopa de letras.
Hay que rescatar que el autor posee una habilidad para describir a sus personajes y sus respectivos contextos de forma talentosa. Es detallista en sus argumentos. Posee un estilo típico de un novelista (quizá en ese género podría irle mejor.) Utiliza “peruanismos” como polo, huayco, alucina, culo, choro, entre otros, buscando forzar un contexto peruano acorde con la realidad, costumbres, estilos de vida e incluso pasiones.
Guerra a la luz de las velas es una reunión de cuentos poco digeribles y por momentos confusos con una cierta dosis de interesantes y conmovedores. Considero que no despiertan simpatía ni controversia. Es un libro que en lo personal no he disfrutado ni he logrado sentir como parte de mí mientras avanzaba en la lectura. Carece de un gran mensaje final que te haga en algún momento o en algún tiempo lejano, volver a él.
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